¿Vino tinto + vino blanco botritizado?
|“Quien te quiere te piensa” es la frase que los define. El argentino Alejandro María López en un rapto de imaginación y búsqueda personal, culminó un viaje en moto por el viejo continente decidiendo quedarse a vinificar en Francia, viaje que floreció más tarde con la conformación de su familia en ese país y en un proyecto de vinos completamente disruptivo junto a su hermano Álvaro. Juntos fundaron Piensa Wines en 2016, en Caudrot, donde hacen vinos franceses con impronta argentina, como les gusta decir.
“Lo que nos emociona de eso es poder imprimir a las raíces francesas, nuestra propia impronta, se hace inevitable imprimirles nuestro estilo, moldearlos con nuestra forma. Me emociona el desafío que implica traer algo nuevo, distinto desde Francia, y que sea tan bien recibido en la Argentina por argentinos, que vean en el proyecto algo con lo que se identifican, quiere decir que de alguna forma estamos en el buen camino, que estamos ofreciendo algo en lo cual somos fieles nosotros, en lo que creemos y que a su vez tenemos una respuesta super positiva de todas las personas que han ido probando, degustando y escuchado nuestro proyecto. Cada vez que lo compartimos, que lo presentamos, en seguida hay una recepción prácticamente familiar, y a la vez hay una especie de “admiración” por ser argentinos que estamos allá haciendo cosas y trayéndolas hasta acá”.
Rompiendo moldes
Con una mirada completamente creativa, y en uno de los países más clásicos de vinos a nivel mundial, Alejandro creó el Wicked Cuvée, una mezcla inesperada de vinos tintos y vino blanco botritizado (65% Merlot, 5% Cabernet Sauvignon y 30% Semillón botritizado). Biólogo de profesión, antes de embarcarse en este proyecto vanguardista, trabajó en diferentes viñedos del mundo: Burdeos, Mendoza y Estados Unidos. La revelación apareció en 2021 cuando el sitio Vitisphere y la revista la Vigne, lo nombraron fuente de inspiración e influencia en Francia sobre un grupo de 21 personas que conforman la terna de las personas más influyentes del vino en el país.
Los límites entre el viejo y el nuevo mundo se ven cada día más borrosos. Históricamente el vino ha sido dividido en esas dos categorías por razones múltiples, pero la principal causa fue la del posicionamiento europeo por sobre el resto de los vinos del mundo, haciéndolos, no solo más codiciados y de culto, sino portadores vitalicios de unas de las palabras más valoradas en el mundo del vino: el “terroir”. Europa, y Francia por excelencia, es la tierra donde el suelo se expresa tan claramente que la sola regulación de una AOC (Denominación de Origen Controlada) garantiza que el vino allí sea de características únicas e irrepetibles, o eso dicen al menos los manuales. Para que todo esto suceda, deben seguirse regulaciones muy estrictas que de no cumplirse al pie de la letra se renuncia a la posibilidad de usar la apelación. Pero el giro dramático de esta historia sucede como en todas las dialécticas, hoy una nueva generación de productores y productoras que desean realizar innovación en el viejo continente, se salen de estos cánones históricamente establecidos.
“En Francia hay nuevas tendencias de la mano de enólogos jóvenes que de a poco van saliendo de los encuadres más tradicionales proponiendo proyectos diferentes, alternativos. Hay muchos productores que están empezando a adentrarse en lo que es “vin de france” (Vino de Francia) para poder de esa manera dar rienda suelta a esa libertad creativa. Nosotros siempre empujamos un poco los límites de lo tradicional, aportando valor con productos originales. En Francia hay toda una nueva camada de gente que está empezando a incursionar en ese tipo de caminos y se ve como una nueva Francia, nosotros formamos parte de esa corriente. No imitamos, somos fieles a lo que creemos, a lo que hacemos y eso lógicamente genera un impacto y una respuesta del otro lado”.
Francia + Córdoba, un solo corazón
Con la inquietud que los caracteriza, Álvaro y Alejandro creyeron que el proyecto no estaba completo sin una pata en Argentina. Lo cierto es que el lugar también debía permitirles ese grado de libertad e innovación que estaban llevando a cabo y la encontraron en las zonas cordobesas de Quilino, Cruz del Eje, Colonia Caroya y el valle de Calamuchita donde elaboran vinos que mantienen la línea estética que buscan: vinos con complejidad aromática en nariz y boca, equilibrio del graso sin perder frescura y elegancia.
“Elegimos Córdoba por diferentes razones. Una es que siempre estamos buscando hacer cosas alternativas, nuevas y diferentes, y Córdoba es una región que está creciendo muchísimo pero que a la vez no tiene el renombre como tendría Mendoza o Salta. Encuentro muchas similitudes entre Francia y Córdoba en cuanto a la diversidad de terroirs y la climatología. En esa comunión hay todo un puente que se une entre las dos regiones. Lo interpretamos metafóricamente como un puente entre ambas regiones. Córdoba es como el patito que se sale de la fila y hace su propio camino, Piensa Wines es un poco eso, una filosofía disruptiva, cosas locas pero coherentes”.
Cuando los proyectos tienen coherencia cada una de las aristas que se ven se integran en un cuerpo que puede verse desde afuera como un todo. Eso es lo que toda bodega busca, no solo tener un concepto firme para cada una de sus líneas sino la posibilidad de expresarlas de manera lineal con lo que se ve y que ese esfuerzo estético no se desarme en los océanos del marketing, que todos sabemos puede funcionar como un arma de doble filo. Para un mercado del vino ultra competitivo que debe diferenciarse a través de la imagen, llama la atención la elección del packaging y las etiquetas de Piensa wines. Desde una caja prismática, hasta la utilización de los dibujos hechos por el mismo Alejandro en un cuaderno que nació de la casualidad y se volvió una marca posible.
“El cuaderno de dibujos que da la imagen a las etiquetas de la línea Reminiscense comienza en el 2013 en EE.UU. cuando estaba en el aeropuerto de Los Ángeles y tenía tiempo entre un vuelo y otro, entonces me propuse usar ese tiempo de manera creativa. Compré un cuaderno y una birome y me puse estas premisas, “no puedo borrar”, ”no puedo bocetar”, “no puedo arrancar hojas”. Al principio fue caótico, líneas plenas y bruscas. A medida que voy avanzando voy logrando más fineza. Dibujé un viaje que arranca con un punto y de ese punto explota y pasan supernovas, constelaciones, estrellas, y a medida que van apareciendo planetas nos metemos en uno hasta entrar en los lagos, bosques, hojas, y ahora acabo de saltar de una cascada y estoy debajo del agua. Es un libro que tiene como 200 páginas, hay que llenarlas. Toda el arte de las etiquetas son propias y en el caso de la línea Reminiscense decidimos usar este libro para hacer y transmitir un poco no solo lo que hacemos desde el vino, sino desde lo artístico. Nosotros no estamos adentro de i botella pero las botellas de alguna manera nos representan, nos pueden encontrar ahí, porque estamos en todo el recorrido”.
Un proyecto que realmente merece la curiosidad, sus vinos están llegando con fuerza a la Argentina y se instalan en restaurantes y vinotecas con algunos diferenciadores que hace mucho no veíamos. ¿Probar vinos franceses hechos por argentinos?…. Bien. ¿Probar blancos elaborados con tintos?… bien. ¿Probar innovación de nueva generación de vinos en Francia?… bien, interesante. ¿Probar vinos cordobeses que se asimilen a un proyecto de viejo mundo?… Ok, ok! Ahora, ¿probar todo junto? ….. Eso sí que vale la pena!