Meet Your Maker: Salvador Batlle
|Salvador Batlle es el viñador de una pequeña bodega al norte de Cataluña en L’Empordà llamada Cosmic. Tal como el nombre lo indica, él logra generar una relación cósmica entre el cielo y sus plantas. La sensibilidad que tiene de hacer sus vinos han llegado al corazón de muchos.
Yo lo conocí de un día pero siento una conexión a la distancia dada por el amor que tengo con sus vinos, de una manera difícil de explicar. Tal vez esto te pase a ti cuando leas todo lo que tiene para contar. Se explayó de una manera muy profunda y transparente. Todos los que leamos este testimonio creo que somos muy afortunados. Sin mucho más para agregar, los dejo que disfruten.
¿Dónde estudiaste y dónde has trabajado antes de crear tu propio proyecto?
Yo estudié en la escuela técnica de Camp Joliu en Vilafranca del Penedés, donde hice un ciclo formativo técnico de elaboración de vinos, destilados y vinos espumosos. También hice estudios técnicos de agricultura general y agropecuaria.
Contános donde se ubica tu bodega y las características de esta zona.
Mi bodega está en la población de Agullana, justo al lado de la frontera entre Francia y España. Es una zona fronteriza, con un carácter muy especial porque hay influencias de las dos naciones. Es una zona muy pura que recibe los vientos fuertes de La tramontana los cuales dan mucho carácter a los vinos.
Es una zona rodeada de bosque de alcornoque, mucha piedra granítica y sobre todo con mucha biodiversidad, contraste de paisajes y terruño en muy pocos kilómetros.
¿Podrías definirte personal y profesionalmente?
Personalmente creo que soy una persona con instinto, muy desenvuelto, con fuerza, soy muy exigente, exijo mucho a mi ser y a veces a mi entorno, pero es algo que también estoy aprendiendo a gestionar.
Estoy empezando a entender que el mundo funciona de muchas maneras diferentes y que no hay ninguna forma perfecta – todo es variable.
Profesionalmente hay una vinculación muy grande en la parte personal porque al final soy una persona que interpreta y hace vinos desde el ser, cuando puedo, porque a veces es difícil separar el ser del ego y de la mente.
Es un reto pero cuando estoy en el ser, que es lo más puro del alma intento guiarme por mi instinto, por la intuición de lo que siento y por la pureza que quiero manifestar en mi trabajo.
¿Qué es lo que te enamora de hacer vino?
Es un trabajo variado y no monótono. Es interpretar la naturaleza, y cada año es diferente, es fascinante. Cada año es una sorpresa, un resumen de como estas como persona, como esta tu territorio, tu clima, las variedades y todo junto hace que nazca un vino.
¿Cómo decidiste empezar tu proyecto y qué te llevó a creer en la región en la que decidiste trabajar?
Yo creo que la región me escogió a mí. En la biodinámica dicen que es la tierra que elige a la persona. Yo vivo en L’Empordà pero soy del la zona del Baix Penedés, cerca de Barcelona. En el 2013, decidí marcharme porque la relación con mi padre era difícil, trabajar en familia era complicado porque hay puntos de vistas diferentes y esto hacía que no fuera feliz y al final mi padre tampoco lo era y había mucho conflicto.
De forma intuitiva tenía ganas de montar mi propio proyecto y sentía que L’Empordà era una buena zona, pero no tenía ni puñetera idea de porque.
No conocía nada ni nadie y un día decidí perderme, busque información, decidí viajar, conectar con personas y encontré cosas interesantes.
Tiraba del hilo y salían cosas de forma muy fácil, entonces me di cuenta que realmente había una oportunidad y la vida me lo estaba mostrando.
Surgió la posibilidad de alquilar una bodega pequeñita en un pueblo donde había altitud bosque y suelos graníticos. Todo esto era lo que yo buscaba… por eso digo que el lugar me escogio a mi. Y aquí estoy viviendo, haciendo los vinos en mi casa y en mi espacio, un sueño impensable ocho años atrás.
¿Tienes un sueño profesional a futuro o presente?
Mi sueño profesional y personal están muy unidos. Yo creo que estoy ya en mi sueño y a veces puede sonar que todo es fantástico y que estás en una nube, pero todo tiene sus partes más agradables y sus partes más duras.
Me gustaría también formar una familia y compartirlo con ellos.
Han sido muchos años de interiorización, de vivirlo solo, y ahora me doy cuenta que es momento de soltarlo y que sea de muchos.
¿Cual es la temporada del año que prefieras más?
Prefiero la primavera para trabajar el viñedo porque es cuando vuelve la vida, es la interpretación del incio del ciclo. Aparecen las flores, los días son largos y la luz es especial.
¿Con cual otro viticultor te gustaría elaborar juntos un próximo vino?
Tengo en el corazón ganas de hacer vinos con Yoyo de Banyuls porque la quiero un montón. Es de esas personas que no las conocés de mucho pero hay una complicidad, podemos compartir un silencio y hay una admiración muy bonita entre los dos. Simplemente es ella, una mujer increíble, tiene una forma de trabajar que me gusta mucho y representa el otro lado de la montañas separada por los dos países. Es como un abrazo entre dos culturas y formas de ver.
Tambien me gustaria elaborar con los hermanos de Danjou Danessy. Aquí hay un componente diferente; son unos hermanos que viven mucho la tierra, son realmente viticultores de tierra, pasan todo el tiempo en ella. También compartimos variedades y eso nos da un juego muy enriquecedor.
¿Qué opinas sobre la viticultura biodinámica y el vino natural?
Son dos cosas que forman parte de mi vida y mi estilo de trabajar. Yo hago viticultura biodinámica y creo que el vino que hago es un vino natural.
Es difícil opinar sobre los demás, no sé cómo hacen las cosas pero creo que es un buen camino a seguir. La gente se está organizando para poder hacer una viticultura biodinámica más libre. Hoy puedes adquirirlos de gente que se dedica a elaborarlos y poco a poco no tener la obligación de mantener una finca con animales y hacer todo tú, porque lleva mucho tiempo.
El mundo del vino natural tiene muchas formas de interpretar y sentirlo.
Hay gente que mis vinos les encantan y a otros no les gustan, pero lo más importante es hacer el vino de forma responsable y ecológica, observando la economía local y que sean vinos que se puedan beber bien, sientan bien y defiendan variedades y cultura local. No es hablar si hay sulfitos o no, no es bueno o malo, apto o no apto, todo tiene su cabida en el mundo.
La gran industria irá de forma natural a hacer vinos con menos intervención y esto es bueno para todos.
¿Tienes algunas reglas propias a seguir para elaborar?
Le doy mucha importancia a un factor que a veces se nos puede escapar.
Es importante para mi que no haya energía de rabia ni frustración. Intento buscar una situación tranquila, limpiar esa posible negatividad que pueda afectar en la bodega y en el proceso del vino.
Estratégicamente, me gusta vinificar en diferentes altitudes para ser más preciso y a su vez que no toda la uva llegue a la bodega al mismo tiempo dado por los diferentes puntos de cosecha.
¿Alguien te ayudó a llegar a quien eres hoy?
Hay personas que han marcado mucho en mi forma de ser y otras han sido muy importantes en transmitir y comunicar mi trabajo.
Nombrar una es difícil, pero una persona que me ha ayudado mucho pero en una forma dura ha sido mi padre. Me ha ayudado a ser quien soy desde el trabajo, a sobrevivir, y me mostró lo que es el instinto.
Luego está también Jaume Jordà, un gran consejero y un gran embajador de mis vinos.
Joan Gómez Pallarés ha sido el primero en visitarme, interesado en algo que aún no existía y en su tiempo me ayudo mucho.
Y por último, uno de los más importantes, Pitu Roca. Una persona muy intuitiva, hábil, inteligente y fue el primero en creer en mí cuando saqué los primeros vinos.
Cada uno tiene su espacio pero todos juntos me han ayudado a ser quien soy hoy en día.
¿Cómo haces para que tus vinos lleguen a la sensibilidad de muchas personas?
Normalmente no hago el vino pensando en que tiene que gustar a muchas personas, intento crear el vino de la forma más honesta y más sincera año tras año. Busco que la vibración del vino conecte con la realidad que estamos viviendo, intento que la vibración del vino atraiga o se armonice al entorno y al mundo y sea el vino que con su vibración atraiga a las personas adecuadas. Año tras año intento poner esta intención y esta energía. También intento liberarme del condicionamiento que te puedan transmitir las personas, porque como bien sabes, hay muchas formas de ver, amar y vivir. Al final tienes que tener una mirada interior muy calmada y intentar que sea lo más limpia posible. Saber escuchar a las variedades y si estás en una escucha serena y conectada casi seguro que el vino conectara con quien tenga que conectar.
¿Cuál es tu mirada del vino en tu zona?
L’Empordà es muy variada y no la conozco del todo pero mi mirada personal, solo un punto de vista, es que es una zona muy diferente, muy variada. Es una zona muy rica y podría tener una personalidad enorme, pero es un poco confusa todavía.
Hay muchas variedades de otras zonas ya que alrededor de los años 1990 hubo una difusión de variedades que en esos tiempo las llamaban mejorantes y se plantó Chardonnay, Cabernet Sauvignon, Gewürztraminer, Merlot y Syrah.
Por suerte ahora se está haciendo un trabajo de recuperación de variedades autóctonas.
A nivel comercial, otras bodegas todavía no están trabajando mucho internacionalmente. Creo que todavía se tendría que mejorar defendendiendo las variedades, estilo de vinificación con menos extraccion, menos madera, más fermentaciones espontáneas y menos tecnicismos con el vino.
De todas maneras ya estoy observando un cambio y me da esperanza.
“Lo más importante es hacer el vino de forma responsable y ecológica, observando la economía local y que sean vinos que se puedan beber bien, sientan bien y defiendan variedades y cultura local.”
¿Contanos tu mayor aventura como viñador?
Fue en 2011 cuando decidí terminar la relación con mi familia, me marché solo y decidí irme a Nueva Zelanda, sin hablar inglés. Estuve allí ocho meses, trabajé en dos bodegas, una en Gisborne y otro en la isla norte al lado de Wellington. Fue una aventura preciosa.
Luego vino la aventura de dejar a mi familia otra vez y crear Cosmic en Empordà.
¿Qué fue lo último que aprendiste?
Estoy aprendiendo a trabajar en equipo y a saber interpretar muchas otras formas de ver las cosas. Entender que vivimos en un mundo muy diverso y que las ideas de otras personas tienen que ser escuchadas. Se tienen que dar espacios a nuevas opiniones.
Es así como intento escuchar, dar espacio y entender todo lo que tu puedas llegar aportar con lo que los otros te aportan.
¿Qué sientes cuando creas y bebes un vino?
Cada año siento que las necesidades del mundo van cambiando. La sociedad, las personas y lo bonito de hacer vino, más que hacer un producto, promocionarlo y venderlo, es que nazca. Es un fruto de circunstancias y se adapta a lo que hay.
Intento que esta energía de donde nace el vino, genere una vibración que conecte con el momento y las personas se sientan identificadas.
En mis fichas tecnicas, no me gusta describir el vino, siento que es obligar a la persona a encontrar lo mismo que siento yo. Lo que hago es comunicar la motivación, desde donde nacen las cosas.
Cuando bebo un vino puedo sentir muchas cosas, generalmente me gustan los vinos de las personas que me caen bien, personas con las que tengo una conexión bonita, donde hay una admiración y un interés. A lo mejor es un condicionamiento. A veces no siento nada, y no surge un diálogo y no todo siempre es de la misma manera.
¿Cuál es la dificultad más grande que te enfrentas hoy en día con tu trabajo?
Es la dependencia al cambio climático, una dificultad muy grande. Hay cambios extremos en la lluvia, en la temperatura, el año pasado hizo mucho calor, quemó un montón de uvas. Hay un clima salvaje y crea un desequilibrio en la biodiversidad. Tengo muchos problemas con los jabalíes, hay una superpoblación y se comen toda la uva.
En la parte biológica de conservación y elaboración del vino, el factor de riesgo en el tipo de trabajo que hago es que todos los vinos son sin sulfitos o dosis homeopáticas casi inexistentes y las fermentaciones son espontáneas, por lo tanto son vinos donde no hay un control muy grande de seguridad.
¿Al tener en cuenta cómo está afectando el Covid-19 a todos los rubros, cuales ajustes y cambios hiciste hasta ahora y como lo ves de acá a la cosecha?
Antes del Covid-19 pude cerrar muchas venta de vino. A nivel internacional mi actividad es bastante buena, tengo mis clientes, me siguen comprando el vino pactado y a nivel local tengo mas venta directa a través de particulares, pero los ajustes los haré cuando quede poco tiempo para la cosecha. Ahora es difícil decidir porque no hay certeza de nada.
A lo mejor haré un vino nuevo adaptado a la situación pero lo voy a sentir en el momento.
¿Cómo ves la tendencia de el vino de aquí a 10 años?
Creo que el consumidor va a defender y se va a interesar más por beber vino con una historia y un proyecto con finalidad.
El consumidor ya le está dando importancia a saber que hay detrás cuando elige un producto. Creo que la economía local, hace que la gente tenga más conciencia de saber que consume y de donde lo consume.
Veremos cambios. El vino es un producto que cada vez se valora más su bebilidad, que sean vinos amables y que se puedan beber bien.
Estamos trabajando todos para que el consumidor no se sienta acomplejado. El vino no es algo de expertos. El vino es la energía de la tierra que nos habla de estaciones climas, lugares y personas.
Las herramientas de internet y tecnología darán un salto muy grande y creo que habrá un círculo más próximo con la gente. Ahora es difícil hacer pronósticos, pero ya se está viendo que la forma de comercializar esta cambiando y el Covid-19 lo está acelerando aún más.
Elegí uno de tus vinos y contanos con qué comida lo disfrutarías
El otro día tomé una Carinyena Blanca con un arroz de secreto ibérico, hongos shitakes laminados y picadito bien fino, alcachofa y disfrute como un niño. Simple, fácil, de temporada y muy adictivo. Plan de llegar, hacerlo y comerlo.
Otra opción es el Sumoll con costilla de cordero a la brasa hecha muy crujiente, fantástico. La acidez del Sumoll con la grasa del cordero le da un viaje a la boca increible. Son las ideas más recientes y presentes que tengo. Las he vivido de forma muy feliz.
JUST IN: Último proyecto AMOR PER LA TERRA
Nació el año pasado 2019. Un proyecto en el que somos socios Jaume Jordà, Xavi Rutia y yo, que va más allá de la amistad.
Nace de la voluntad de vinificar y potenciar agricultores que tienen mucho talento en cuidar la tierra, gestionar las plantas y tienen terruños increíbles pero no tienen conocimiento de hacer vino, o de comercializar.
Para formar parte de de Amor Per La Terra tienes que amar la tierra para poder ser miembro. Hoy ya es un colectivo de cinco personas.