HACIENDO FILA
|Seguimiento de la #CrisisdelVidrio, las decisiones y posibles soluciones que toman las bodegas con sus pros y contras y el plan articulado del gobierno que intenta paliar la situación. ¿Cuáles serán las consecuencias de semejantes cambios en el sector?
Estar en el lugar justo a la hora indicada. Una frase nunca dicha. Pero para algunos ésta es la única clave para surfear el tsunami que cayó sobre la industria vitivinícola al explotar el horno de Verallia.
Hace un mes escribimos sobre el accidente que anunciaba un inmenso problema para el fraccionamiento del vino en su época de mayor demanda. La falta de botellas ya era conflicto vox populi en el país por la falta de capacidad instalada, ítem que excede a la Argentina, porque hoy ningún país del mundo produce como para exportar en cantidades. Esto se debe a diversos factores como puede ser la falta de materias primas, la pandemia y los cuellos de botella. Tanto es un problema mundial que en una nota para The Drink Business, Phil Long de Longevity Wines de California, explica que la escasez de botellas de vidrio a nivel mundial lo obligó a dejar sus productos en tanques, lo que ralentiza el proceso de maduración, pero sin los beneficios de sabor y textura del envejecimiento en barrica, o que también ha debido mantener el vino en roble más tiempo del deseable.
“Demasiado roble desequilibra el vino”, explica Long. “Cuando el roble se convierte en el elemento dominante del vino, eclipsa los sabores frutales característicos y tiene un sabor abrumadoramente amaderado”.
Y está lejos de ser un problema exclusivo de la costa oeste de Estados Unidos. La escasez de botellas en Argentina ha llevado a que Onofri Wines opere con seis meses de retraso, según Bloomberg.
Hoy volvimos a hablar con productores y productoras de vino, para saber cómo seguía este tema y ver cuáles eran las estrategias que estaban teniendo las bodegas a la hora de encontrarse sin botellas. Nos encontramos con respuestas muy diversas, la salida de la crisis no parece estar muy cerca y mucho menos ser unánime. No es fácil discernir cual es la solución, pero algunos planes de contingencia y la creatividad que caracteriza al sector pueden darnos un panorama de lo que pasará con las añadas 2021/22.
Entre todos los entrevistados coincidimos en dos cosas, la gravedad de la situación es de moderada a alta, y no hay, al menos en el corto plazo, una solución definitiva en puerta. La lógica diría que los mas afectados están siendo los mas pequeños.
Andrés Vignoni de Viña Cobos nos dice: “Creo que los pequeños productores son los más afectados porque quizás no tienen la misma llegada que las grandes bodegas y sufren muchísimo. Como no son grandes clientes, sus reclamos no son atendidos”.
En un análisis sobre qué decisiones se han visto obligados a tomar, Andrés recalca que justamente el problema es la incapacidad de tomar decisiones autónomas: “Hemos tenido que aceptar una realidad que difícilmente podemos cambiar. Estamos haciendo fila esperando que nos puedan entregar botellas. Hemos tenido que aplazar el embotellado de los vinos, con perjuicio a la calidad. Por supuesto esta situación nos desalienta a seguir, nos decimos constantemente -¿deberíamos seguir haciendo esto?- Cada vez hay más problemas para producir”.
Maricruz Antolin, ingeniera agrónoma de Bodega Krontiras, vive una situación muy similar: “Es un gran problema para nosotros, perdimos oportunidades de vender a un cliente nuevo porque no había botellas de 1500 ml y hoy estamos con serios problemas para abastecer a clientes de Canadá porque no tenemos botellas. Estamos muy complicados, y para mí las empresas chicas están mas complicadas que las grandes”.
Juanfa Suarez de Finca Suarez en Paraje Altamira, relata que la situación es muy complicada para ellos: “No nos venden, y cuando aparece algo hay que pagarlo inmediatamente sino se lo entregan a otro. O sea que tenemos que tener la plata parada esperando el llamado de la cristalería. Y lo que te dan a veces no llena un camión, y el flete se hace caro porque va el camión por la mitad. Otra cosa que me pasó esta semana es que me ofrecieron una botella el doble de cara de la que uso habitualmente y la tengo que comprar porque no sé si va a estar la que uso disponible”.
A raíz de todos estos problemas es que las empresas se ven obligadas a tomar decisiones extrañas de todo tipo y estilo, desde cambiar la botella que tienen para sus líneas de vino clásico, por ‘las que consigo’, aún en perjuicio de su imagen o del packaging global. O sobre stockearse de botellas que no necesitan para después canjear con otras bodegas, pero esto trae aparejado un segundo problema que supone tener un montón de botellas paradas sin utilizar, guardadas ‘por las dudas’ y que quizás otros las están necesitando.
Las fraccionadoras cuentan que tienen todos los turnos parados esperando a que los llamen: “La bodega que consigue botellas nos llama y vamos”; pero han llegado a tener hasta 10 turnos detenidos. Muchas empresas han salido a buscar botellas afuera del país. “Es una pena porque es plata que no queda en la Argentina y para nosotros representa un gran impacto, es mucho mas caro comprar afuera. Sin embargo hemos tenido que hacerlo, o posponer el embotellado de los vinos”. Otras bodegas han buscado packaging alternativos como el bag in box o han tenido que guardar el vino un tiempo mas en la bodega a pesar de saber que ya estaba listo para embotellar. Pero no todas tienen esta posibilidad, ya sea porque el vino natural no permite el sulfitado que lleva el bag in box o porque la capacidad de la bodega no permite el guardado del vino. Como verán, el problema de la manta corta se repite en todas las decisiones, pero otra de las cosas que no hemos previsto en todo este brusco cambio, es que los mercados se mueven a demanda y que todo este lío puede afectar, y mucho, a las decisiones en ese orden.
Andres de Cobos nos dice: “Hemos tenido que ser muy juiciosos a la hora de armar las proyecciones de venta, porque tenemos que estar muy seguros de que vamos a poder proveer a los exportadores, a los clientes y revendedores y no cortar una cadena que ha costado y llevado muchísimos años construir”.
Y agrega Maricruz de Krontiras: “En todo este año zafamos porque tuvimos la posibilidad de comprar demás cuando hubo, entonces no tuvimos problema. El tema es que justo hay dos líneas de vinos que crecieron mucho en E.E.U.U. y nos están pidiendo más de lo que habíamos proyectado. Eso nos sorprendió y no podemos responder a esa demanda. Tenemos stock de una botella que hoy no necesitamos y hemos salido a hacer canje con otras bodegas que quizás tienen las que nosotros necesitamos. Pero es una locura que vayamos a perder mercados y clientes por este tema”.
Bodegas pequeñas como BoBó Wines de Agrelo, se han encontrado con las mismas dificultades y el sufrimiento que supone la demora de las cosas en el vino. Los tiempos de cada año suelen tener márgenes muy acotados, que este problema obliga a romper. Mauro Villarejo y Marcelo Richard Palmero nos cuentan cómo a veces estar a la hora exacta, en el lugar indicado, puede hacerte toda la diferencia. A pesar de que las pequeñas son las bodegas que más sufren la falta de ‘lobby’, esta bodega supo surfear la ola gracias a poder expresar a la persona indicada lo mal que la estaban pasando. “Estuvimos a 15 horas de fraccionar toda nuestra línea de vinos tradicional en una botella completamente distinta. El destino hizo que pudiéramos resolverlo y estamos muy agradecidos por eso, también tratando de ser solidarios con nuestros colegas que la están pasando mal”.
El concepto de cooperación es uno de los más importantes a la hora de salir de las crisis; las bodegas hacen causa común e intentan ir lo mas juntas posible en esta batalla, condición que podría no darse debido a la extrema competencia del sector y que sin embargo han logrado empatizar entre sí.
Pero todo no es tan unidireccional, las bodegas mas grandes no están exentas de este problema. Por ejemplo que una bodega pequeña pida solo 90.000 botellas puede resultar beneficioso en determinada línea porque resulta mas fácil abastecerla que en grandes volúmenes, pero también si una de las grandes solía manejarse tranquilamente con el proveedor que hoy no tiene botellas, es muy probable que la competencia los castigue por no haberlos elegido en el pasado. De cualquier manera sería fácil echarle la culpa de todo a las vidrieras, Andrés expone un punto que parece muy interesante: “Lo mas fácil es apuntar directamente a las cristaleras, pero cuando uno se mete más en la situación, la responsabilidad no es solo ellas. Faltan condiciones para que aumenten su capacidad instalada, faltan garantías para que sus negocios sean viables en el tiempo. Y el contexto socioeconómico no alienta a que nadie invierta”.
¿Como se arregla esto?
“De manera integral”, – afirma Andrés – “me da muchísima pena que una industria tan seria como es el vino que intenta mejorar todos los días, tenga que pasar por esto. Como tantas otras industrias agroalimentarias, que son el motor del país y le dan trabajo a tantísimas familias. No veo una solución fácil, lineal y breve”.
Juanfa cuenta: “Ahora el INV y COVIAR están negociando una compra para repartir con los pequeños. Pero en mi caso ninguna de las botellas del acuerdo son las que uso. Todo lo organizado es con botella burdeos verde y yo uso borgoña”.
A lo que se refiere es que el gobierno a través del Ministerio de Economía y Energía compró a Cattorini Hnos 1.500.000 botellas por un monto de $45 millones, que venderá a las bodegas al mismo precio que las adquieren con un margen de pago 90 días. Los modelos adquiridos son Nevada, Serrana, Burdeos y Andina. La idea atrás de este tipo de operativos es la de abastecer a bodegas chicas y medianas que no puedan salir de la crisis solas, y que deben para participar del programa inscribirse en un registro.
No hay respuesta simple para la salida de esta crisis y no me gusta la visión de la Argentina fracasada o siempre vista como el peor país del mundo. Definitivamente creo que las condiciones no son las mejores pero que en nada ayuda vernos de manera despectiva a nosotrxs mismxs. Creo que focalizar en lo posible nos ayudará a la creatividad y a la autoestima que necesitamos para salir adelante. No hemos llegado a este punto del vino de la nada, tenemos fortalezas, y empatizar en la crisis es posible aún en la más feroz ley de la selva. ¿Cómo no vamos a salir? ¿Por qué no podríamos? La cuestión en este punto tan radical es si las soluciones son conjuntas, articuladas y solidarias, o un simple ‘sálvense quien pueda’. La salida de un conflicto así dejará marcas indelebles en el vino y esperamos que esas marcas sean buenas, de las que fortalecen la diversidad y hacen de nuestro vino un orgullo. Porque al final de todo, cuando todo arde y la cancha se llena de niebla, lo único que cuenta es la mano que te levanta del piso, la palmada en el hombro que te impulsa hacia adelante.